jueves, 27 de enero de 2011

UN SUEÑO DE ESPERANZA

Por fin mi anhelado sueño macareno se pudo hacer realidad. Y se pudo hacer realidad, pagando la friolera espera de 38 años, camino que se me hizo largo y eterno, pero por fin se puede decir que puedo ir al Cielo con Ella tranquilo.

Mi Virgen de la Esperanza, conocedora del Amor que le prolifero a Ella y a su Bendito Hijo, no me puso la vida muy fácil. Me quiso poner a prueba colocándome pruebas en la vida, para ver como salía de cada una de ellas. Pero toda prueba superada tenía su recompensa. Y vaya si la tuvo.

Gracias, Esperanza, por ofrecerme mi primera recompensa, un sueño de cualquier macareno y que tú me pusiste delante mía, como es poder ser costalero macareno y llevar sobre mi cerviz a tu Bendito Hijo. Ya creía que estaba recompensado para toda la vida, pero me volví a equivocar.

Me seguiste poniendo a prueba, y como pude, y por supuesto con la ayuda de mis amigos que me quieren y te quieren a ti, pude salir adelante. Y me diste la recompensa definitiva para que me sintiera realizado como persona, católico, macareno a más no poder y como costalero. El poder llevarte a Ti, la más anhelada y soñolienta que pudiera tener jamás. Ésta Virgen de la Esperanza, que tanto años lloré delante de Ella, suplicándole, rogándole e implorándole que me dejara llevarla, aunque solo fuera un minuto, un segundo, toda una vida con Ella.

Y lo conseguí, y todo gracias a Ti, y a una personita pequeñita, tierna pero con un corazón que no le cabía en el pecho. Gracias, Madre María Purísima. Gracias, porque quisiste que Sevilla te Beatificara, y qué mejor madrina que la Esperanza Macarena, a la misma que tú amadrinaste el día de su Coronación.

Desde que anunciaron la noticia de tu Beatificación, y anunciada que tu madrina sería mi Virgen de la Esperanza, nuestra Esperanza, pasaron 4 meses de larguísima espera. Los días me parecían semanas, y las semanas meses. ¡¡ Qué lento pasaba el tiempo !! Pero llegó.

Camino de la Basílica los nervios hicieron acto de presencia, con un nudo en el estómago, pero ese dolor se me quitaba al pensar que pronto estaría cerca de Ti, más cerca que nunca. Que caminito más largo hasta tu casa, la casa de todos los macarenos…



Y Sevilla te esperaba. Y te esperaba como siempre te espera, con Amor y Esperanza, deseando que asomaras esos Benditos ojos, esa carita morena, que llora y ríe tu pena, esa carita que a tanta gente en el mundo tienes enamorada. Y Sevilla te llevó en volandas a presidir la Beatificación de la más humilde pero servidora de tu Bendito Hijo. Un largo camino, pero contigo al lado se nos hizo más corto que nunca.

Aún se me pone los pelos de escarpias al recordar el momento de tu entrada en el Estadio Olímpico, un estadio que sucumbió con una atronadora ovación y todos de pié para recibir la Esperanza que a todos nos hace falta. Y entraste como te mereces, arropado por miles de fieles, aclamándote, piropeándote y con sones macarenos.

Recuerdo que antes de subir al Cielo de Sevilla, unos angelitos llegados del Cielo te ofrecieron un canto de Humildad y Pobreza pero que a todos nos encogieron el corazón. Te cantaron las Hermanas de los pobres, las Hermanas de Santa Ángela de la Cruz.

Y llegó mi sueño, el sueño tan anhelado y que tantas veces te rogué que me ofrecieras. Era el momento de bajarte de tan insigne Altar para volver a nuestra casa. Y qué momento. Se mezclaron tantas emociones, nervios y lágrimas que me costaba muchísimo llegar a Ti, cada paso que daba veía más cerca la Gloria. Y la Gloria llegó colocándome bajo tu Manto Verde. Por fin llamaron al martillo. Y la voz de Antonio Santiago nos hizo levantarte, dando paso a un mar de lágrimas de tantas personas, tantos macarenos, que por fin pudieron cumplir ese sueño que tuvo desde niño. Llevar a su Virgen de la Esperanza. Fue una hora contigo, toda una vida a tu lado, pero que se me hizo un breve momento, que quedará en mis retinas para el resto de mi vida.

Cuando ya bajamos la rampa que nos llevaba a tu Altar provisional hasta el momento de tu vuelta a casa, se nos pasaron los nervios y empezamos a disfrutar como costaleros que llevan a su Bendita Madre. Un corto caminito que nos hizo disfrutar a cada momento, a cada son de la Banda del Carmen de Salteras. A cada pasito que dábamos…

Y como todo en la vida, todo llega y todo acaba, y acabó mi sueño, y volví a despertar, pero desperté con la satisfacción de haber estado contigo cerca, muy cerca, como jamás pude haber imaginado.

Y ahora me queda seguir soñando con poder volver a llevarte otra vez. Pero mientras, seguiré paseando por Sevilla a Nuestro Padre Jesús de la Sentencia, como solo Él se merece, esperando tu nueva llamada a ser tu más fiel servidor, un humilde servidor de la Esperanza Macarena.

AMEN.


ANTONIO MÁRQUEZ, Costalero del Señor de la Sentencia

1 comentario:

  1. aiinsss antonio, no es porque yo sea la que escribe en este blog con ayuda de todos mis hermanos... pero tus palabras me han hecho llorar... que lo sepas. y es que la madre de Dios es muy grande y todo lo puede... asi que no tengo mas na´que decir. Unos dicen que soñar no cuesta dinero, y yo digo que soñar es cantarle a la Esperanza para que nos lo haga realida.

    ResponderEliminar